Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
el sábado pasado ha comenzado la Semana de Oración por la unidad de los cristianos, que se concluirá el próximo sábado, fiesta de la Conversión de San Pablo apóstol. Esta iniciativa espiritual, como nunca preciosa, involucra a las comunidades cristianas hace más de cien años. Se trata de un tiempo dedicado a la oración por la unidad de todos los bautizados, según la voluntad de Cristo: “que todos sean una sola cosa” (Jn 17,21). Cada año, un grupo ecuménico de una región del mundo, bajo la guía del Consejo Ecuménico de las Iglesias y del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, sugiere el tema y prepara los subsidios para la Semana de oración. Este año tales subsidios provienen de las Iglesias y Comunidades eclesiales de Canadá y hacen referencia a la pregunta dirigida por San Pablo a los cristianos de Corinto: “¿Acaso está dividido Cristo?” (1 Cor 1,13).
Ciertamente Cristo no ha sido dividido. Pero debemos reconocer sinceramente, con dolor, que nuestras comunidades continúan a vivir divisiones que son de escándalo. ¡La división entre nosotros cristianos es un escándalo! No hay otra palabra: ¡un escándalo! “Cada uno de ustedes – escribía el Apóstol – dice: “Yo soy de Pablo”, “Yo en cambio soy de Apolo”, “Y yo de Cefa”, “Y yo de Cristo” (1,12).
También aquellos que profesaban a Cristo como su cabeza no son aplaudidos por Pablo, porque usaban el nombre de Cristo para separarse de los otros al interior de la comunidad cristiana. ¡Pero el nombre de Cristo crea comunión y unidad, no división! Él ha venido para hacer comunión entre nosotros, no para dividirnos. El Bautismo y la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común. Las divisiones en cambio debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro compromiso de evangelización y arriesgan con vaciar la Cruz de su potencia. (1,17).
Pablo reprende a los corintios por sus disputas, pero también da gracias al Señor "por la gracia de Dios que les ha sido dada en Cristo Jesús, porque en él han sido enriquecidos de todos los dones, aquellos de la palabra y aquellos del conocimiento” (1,4-5). Estas palabras de Pablo no son una simple formalidad, sino el signo de que él ve ante todo – y de esto se alegra sinceramente- los dones hechos por Dios a la comunidad. Esta actitud del Apóstol es un estímulo para nosotros y para cada comunidad cristiana a reconocer con alegría los dones de Dios presentes en otras comunidades. No obstante el sufrimiento de las divisiones, que lamentablemente todavía permanecen, acogemos, las palabras de Pablo como una invitación a alegrarnos sinceramente de las gracias concedidas por Dios a otros cristianos. Tenemos el mismo Bautismo, el mismo Espíritu Santo que nos ha dado las gracias, reconozcamos y alegrémonos.
Es bello reconocer la gracia con la cual Dios nos bendice y, todavía más, encontrar en otros cristianos algo de lo cual tenemos necesidad, algo que podríamos recibir como un don de nuestros hermanos y de nuestras hermanas. El grupo canadiense que ha preparado los subsidios de esta Semana de Oración, ha invitado a las comunidades a pensar en aquello que podrían dar a sus vecinos cristianos, pero les ha exhortado a encontrarse para entender lo que todas pueden recibir cada vez de las otras. Esto necesita de algo más. Necesita mucha oración, necesita humildad, necesita reflexión y continua conversión. Sigamos adelante por esta vía, orando por la unidad de los cristianos para que este escándalo termine y no esté más entre nosotros. ¡Gracias!