de Alberto Suárez Inda
Arzobispo de Morelia
Palabra del Obispo
Domingo 3 de Agosto de 2014
El próximo lunes 4 de agosto celebraremos la memoria del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, Patrono de los párrocos. Con este motivo saludo a mis hermanos sacerdotes que ejercen este hermoso ministerio al servicio de las comunidades parroquiales, que son 237 en esta arquidiócesis.
Yo mismo, siendo sacerdote joven, colaboré como vicario con cuatro señores curas, en Valle de Santiago, en San José de Morelia y en la Basílica de Pátzcuaro, de los cuales dos murieron y dos viven aún. Aprendí mucho de ellos, y debo decir que siendo muy diferentes en personalidad y en su estilo de trabajo, los cuatro fueron un ejemplo por su celo apostólico y me brindaron confianza y amistad.
Después, al ser nombrado yo responsable de la nueva Parroquia de la Asunción de María en Celaya, llegué a tener tres vicarios como colaboradores; gracias a Dios pudimos también ser amigos y trabajar en equipo.
Mis escasos seis años de trabajo en parroquias sin duda me permitieron saborear lo que todo joven sacerdote debería anhelar: cercanía con la gente, la oportunidad de formar y lanzar al apostolado a los laicos, vivir la comunión con los hermanos sacerdotes bajo la guía del obispo, valorar e insertar el carisma de las comunidades religiosas; pero sobre todo vivir con gran emoción los momentos más intensos al acompañar a las familias en sus gozos y sufrimientos, asomándome al interior de las almas en la confesión y en la dirección espiritual, y animándolas a perseverar en la fe y a progresar en santidad.
Los cambios culturales en la sociedad y una nueva concepción del ministerio sacerdotal exigen hoy del sacerdote una mayor sensibilidad ante la problemática de las personas y las comunidades, así como una plena coherencia en su conducta que haga comprensible y creíble lo que anuncian con su palabra y lo que celebran en los sacramentos.
Los obispos de América Latina en Aparecida nos han marcado los rasgos esenciales que hoy deben distinguir a un pastor de almas: “Que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración” (núm. 201).
Aprovecho también para agradecer la oración que hacen por mí en el jubileo sacerdotal. Pido igualmente que rueguen por los siete jóvenes que recibirán la ordenación sacerdotal el próximo viernes 8 de agosto: Fabián, Jorge, Manuel, Mario, Miguel, Noé y Óscar. Que la Santísima Virgen y el Santo Cura de Ars les alcancen la perseverancia, buscando cada día la renovación de la gracia que les será concedida.