¿Somos la Iglesia que Jesús quiere?

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

7 Agosto (Audio)

Jeremías 31, 31-34: “Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados” Salmo 50: “Crea en mí, Señor, un corazón puro” San Mateo 16, 13-23: “Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos”

El profeta Jeremías nos invita hoy a renovar todo: la alianza, la vida, el corazón. Dejar atrás aquella antigua alianza que habían quebrantado sus padres para convertirse ahora en un pueblo nuevo, amado del Señor, fiel a sus promesas. Y el salmo nos pone en una oración confiada en manos del Señor: “Señor, crea en mí un corazón puro”. Cristo es el sacerdote de la Nueva Alianza. Cristo es quien purifica y da un nuevo corazón, pero necesitamos un encuentro profundo con Él.

En este día se nos ofrece a nuestra reflexión un evangelio que nos puede ayudar a profundizar en nuestra misión como discípulos y como Iglesia. El inicio de la misión de la Iglesia, el pueblo de la Nueva Alianza, está en responder con toda sinceridad la pregunta que Cristo nos hace: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Según lo que respondamos, así construiremos su Iglesia. ¿Cuáles son los valores que defiende Jesús? ¿Cuál es la misión de Jesús? ¿Qué decimos de Él? Entonces esa Iglesia debemos construir. Parecería que este texto nos lleva a mirar sólo a Pedro como la piedra fundamental, aunque esto tiene parte de razón, todos somos Iglesia y todos debemos responder personalmente a esta pregunta.

Pedro lo hace desde su perspectiva de un judío fiel y proclama: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Una confesión que provoca la alabanza de Jesús… que le confía una misión, pero una confesión que aún se queda corta porque minutos después recibe una grave reprensión y le hace constatar que su modo de pensar no es el de Dios. Nosotros muchas veces como Iglesia, que somos todos, tenemos la tentación de hacerla como una empresa y mirarla en términos de una asociación, pero Jesús no soñó una Iglesia así. Si tomamos en cuenta todas las parábolas, los ejemplos, sus palabras, tendremos que estar en constante revisión para ver si nuestro modo de ser Iglesia corresponde a lo que Jesús quiere.

En nuestro caminar muchas veces nos dejamos contaminar por otras ambiciones y terminamos por tener pensamientos que no son los de Dios, sino los de los hombres. Creo que este día es una ocasión muy oportuna para que cada uno de nosotros nos sintamos Iglesia y para que cada uno de nosotros nos cuestionemos si estamos construyendo el Reino que Jesús quiso. Las señales son muy claras: buenos frutos, unidad, justicia, servicio y sobre todo el amor fraterno. ¿Lo estamos haciendo? ¿Qué tendremos que enmendar?

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