de Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM
Hoy celebramos el martirio de san Juan Bautista, hijo tardío y milagroso de santa Isabel y de san Zacarías, quien exclamó: “Tú, hijo, serás llamado Profeta del Altísimo, pues irás delante de Él para prepararle el camino” (Lc 1, 76). Efectivamente, san Juan fue elegido por Dios para ser Precursor del Señor, disponiendo el corazón de la gente de su tiempo para recibirlo.
"Entre los nacidos de mujer, no ha nacido otro más grandeque Juan el Bautista" (Mt 11,11), afirmó Jesús. Esto queda de manifiesto en su prodigioso nacimiento, en su dignidad de profeta del Altísimo, que cerró el período del Antiguo Testamento y abrió las puertas del Nuevo al presentar al Mesías, diciendo: “Este es el Cordero de Dios” (cfr. Jn 1, 35-42). Finalmente, la grandeza de Juan quedó probada en su glorioso martirio, cuando Herodes mandó decapitarlo.
De este máximo testimonio, san Beda el Venerable, comenta: “El santo Precursor del nacimiento, de la predicación y de la muerte del Señor mostró en el momento de la lucha suprema una fortaleza digna de atraer la mirada de Dios… con razón veneramos con gozo espiritual la memoria de aquel que selló con su martirio el testimonio que había dado del Señor”.
“…san Juan sufrió la cárcel y las cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de quien fue precursor, ya que, si bien su perseguidor no lo forzó a que negara a Cristo, sí trató de obligarlo a que callara la verdad; ello es suficiente para afirmar que murió por Cristo (quien dijo): “Yo soy la verdad…”
(Juan), que precedió a Cristo en su nacimiento, en su predicación y en su bautismo, anunció también con su martirio, anterior al de Cristo, la pasión del Señor… La muerte –que de todas maneras había de acaecerle por ley natural– era para él algo apetecible, teniendo en cuenta que la sufría por la confesión del nombre de Cristo y que con ella alcanzaría la palma de la vida eterna”.
“Que el heroico ejemplo de san Juan Bautista, cuyo martirio celebramos –comenta el Papa Benedicto XVI– sea para ustedes, queridosjóvenes, un estímulo para proyectar su existencia en plena fidelidad a Cristo; a ustedes, queridos enfermos, los ayude a afrontar el sufrimiento con valentía, hallando en el Señor serenidad y consuelo; y a ustedes, queridos esposos, los lleve a testimoniar un amor sincero a Dios, entre ustedes y al prójimo” (Audiencia 30 agosto 2006).