XXII Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A

El que pierda su vida por mí, la encontrará

Primera lectura: (Jeremías 20,7-9)

Marco: El contexto es son las confesiones de Jeremías.

Reflexiones

1ª) ¡Desahogos del corazón de un profeta apasionado por su Dios!

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir... La primera impresión que producen estas palabras son de asombro y respecto a la vez. Con una crudeza poco habitual en la Escritura (excepción hecha de Jb 3,1ss y Sal 88) el profeta desahoga su corazón en la presencia de su Dios.

Lo más admirable en estas confesiones es la conjunción misteriosa y, también, paradójica de las tendencias profundas del espíritu de Jeremías. Por lo que podemos deducir de su libro el profeta poseía a la vez tres fuerzas que pugnaban en su interior y le provocaban estas situaciones dolorosas: su exquisita sensibilidad y tendencia a la ternura y a la bondad; su enamoramiento de su pueblo al que amaba con toda su alma (y acaso nunca mejor dicho, porque alma significa en hebreo la vida en su totalidad); y su adhesión y entrega incondicional a su Dios en el que afincaba su vida y en el que encontraba la fuerza para el ejercicio profético.

En el fondo, Jeremías es un testimonio de lo que significa la misión profética de denuncia, de advertencia severa y de riesgo extremo porque ha recibido la misión de estar en medio de los dos fuegos ya que un verdadero profeta es enviado por el Dios fiel y verdadero a su pueblo surgido de la alianza del Sinaí en determinadas circunstancias históricas. La misión profética se realiza en el corazón de la historia real y concreta. Y ese fue el momento que le correspondió a Jeremías.

Las imágenes utilizadas por el profeta son de un nivel dramático inigualable: me sedujiste y me dejé seducir. Pero Dios estaba allí, muy cerca de él, se lo había prometido y Dios no le defraudará. Jeremías ha sido considerado como un tipo singular de la figura de Jesús para describir su tarea de Siervo doliente y fiel, tanto en la misión como en la Pasión. Hoy como ayer estas palabras de Jeremías siguen resonando en nuestro mundo. Es necesario proclamar que Dios elige a sus enviados, pero no les exime de sus riesgos, aunque los protege. La fe en Dios pone en acción toda la intimidad del hombre. Es un tesoro que exige la venta de todo lo demás para poseerla y vivirla. La figura y la palabra de Jeremías sigue ahí como un punto de referencia vivo y expresión de un momento difícil del hombre frente a su Dios. Dios sale victorioso en el corazón de Jeremías.

2ª) ¡La fuerza de la palabra es superior a las dificultades del profeta!

La palabra era en mis entrañas fuego ardiente, intentaba contenerla y no podía. También en esta confesión, Jeremías representa un modelo ejemplar en la historia de la salvación. A Jeremías no le iban demasiado las medianías y las acomodaciones. Era un hombre, además de las cualidades arriba recordadas, de decisiones firmes y de entrega sin reservas. Experimenta las contrariedades, oposiciones, persecuciones, encarcelamientos y desprecios que le aporta la misión; pero conoce también la fuerza íntima de la palabra que se le ha encomendado; tiene una especial confianza en esa palabra.

Cuando decide no hablar más en nombre del Dios que le ha enviado, brota en su intimidad esa palabra con toda su fuerza viva de salvación y de consolación. No es una coacción frente a su libertad. ¡Dios no coacciona nunca a nadie! Es otra la experiencia de Jeremías. Dios le ha permitido saborear el fracaso en el ministerio hasta el final; pero el final definitivo y más profundo es el rostro de un Dios amoroso que ama a su pueblo y quiere su salvación. Y esa palabra que proclama Jeremías y que no puede contener y que le impele como un fuego abrasador, es la mediación para que el pueblo consiga la salvación. Realismo sincero en la experiencia de sufrimiento, realismo sincero en la convicción de Jeremías frente a una palabra de Dios que es la única posibilidad para que el pueblo consiga realmente la salvación.

Segunda lectura: (Romanos 12,1-2)

Marco: El contexto es la parte parenética o enseñanzas para la vida concreta que se deducen de las afirmaciones doctrinales. El Espíritu Santo, que mora en la comunidad nueva, garantiza y empuja la realización y experiencia de una nueva presencia de Dios en medio de su nuevo pueblo.

Reflexiones

1ª) ¡El hombre en su totalidad ha de expresarse en el culto a Dios!

Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, agradable a Dios; este es vuestro culto razonable. Es la parte exhortativa de la enseñanza doctrinal de Rm 6,3-4. Por la encarnación toda la realidad humana ha sido entregada en la cruz por amor a los hombres y culto agradable a Dios; en la resurrección tomaba parte también la realidad humana de Jesús. En coherencia con estas convicciones profundas de Pablo, ahora insta a que los seguidores de Jesús, los miembros de la nueva comunidad y del nuevo pueblo de Dios, a que hagan participar en el nuevo culto toda su realidad humana.

Todo tiene valor y sentido en el nuevo encuentro con Dios en el culto en que se experimenta su presencia bienhechora. En el culto a Dios es necesario poner en juego todas las posibilidades para que el culto sea realmente de la persona humana en su totalidad: en sus gestos, participación, cantos y sentido festivo. En los escritos paulinos encontramos algunos textos importantes (especialmente en las cartas a los Corintios) donde se habla del singular carácter sagrado del cuerpo humano que en modo alguno se puede quebrantar o desvirtuar. Esta sería la premisa necesaria para comprender la participación en el culto de todo el ser humano y, a la vez, la insistencia de que sea una hostia viva, santa y agradable a Dios.

Un culto cristiano verdadero implica contemplar y valorar la corporeidad humana de otra forma más auténtica, más honda y más acorde con su ser imagen y semejanza de Dios y miembros vivos de Cristo Jesús. La celebración sería una oportunidad para educar a los participantes sobre el alto valor del ser humano ya que todo él participa en el culto sagrado al Padre celestial, en Cristo y en el Espíritu. Este es el culto verdaderamente razonable y agradable a Dios y humanizador para el hombre. Si la corporeidad humana es invitada a tan alta expresión es coherente que no la pierda en su ejercicio humano cotidiano. El culto se convierte en una expresión excelente de los valores humanos y en una exigencia de lo que es la verdadera humanización agradable a Dios.

2ª) ¡Para realizar un culto razonable hay que buscar lo bueno, lo que agrada a Dios!

No os ajustéis a este mundo... En realidad Pablo deduce y pone las bases para la comprensión de lo que significa un culto razonable y agradable a Dios. Un culto en coherencia con la naturaleza racional del hombre y un culto que sea agradable a Dios. Acaso sea una advertencia frente a los cultos mágicos que se realizaba en su entorno y que no tenían incidencia en el comportamiento humano.

El creyente que participa en el culto ha de transformar la mente, es decir, el modo de pensar, amar y sentir porque no se puede dejar de mirar al origen de nuestro ser humano y a la vez a quien dirigimos el culto. Pablo entiende que un culto verdadero no puede estar nunca separado de una coherencia de comportamiento según la voluntad de Dios. De otro modo, ni sería eficaz y fecundo para el hombre ni sería agradable a Dios. Advirtiendo, con el apóstol, que lo que agrada a Dios es lo bueno, lo perfecto, lo que se realiza en el marco de la alianza con su pueblo y en el marco de la experiencia y enseñanza de Jesús.

Hoy, como ayer, un culto verdadero conllevaría, además, un encuentro más vivo con los otros según ese proyecto de Dios. Los creyentes debemos seguir adelante en esta transformación personal de la mente (pensamiento, voliciones y sentimientos) para hacer posible la transformación de nuestros hombres y mujeres que viven en este mundo; y la transformación del mundo entero llamado a entrar definitivamente en el culto eterno en la ciudad celeste cuando toda la creación haya sido liberada de su esclavitud a la que la tiene sometida el hombre.

Evangelio: (Mateo, 16,21-27)

Marco: Después de la confesión de Pedro y la promesa de Jesús, el evangelista ofrece esta escena sobre el seguimiento. Jesús quiere revelar a Pedro y a sus discípulos en le verdadero mesianismo y esto provoca el escándalo en Pedro. El diálogo de Pedro con Jesús es uno de los hechos o escenas más auténticos del relato evangélico. Y lo es precisamente por lo desconcertante y escandaloso. ¿Cómo la Iglesia mantuvo, en la transmisión del material evangélico, este diálogo entre Pedro y Jesús, si cuando escribe Marcos, Mateo o Lucas, san Pedro ha dado la vida por el Maestro en el martirio? ¡porque era la verdad!.

Reflexiones

1ª) ¡El camino sorprendente y escandaloso del verdadero Mesías!

Empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho... Jesús revela el verdadero camino del Mesías. Pedro acaba de reconocer a Jesús como el Mesías, Hijo de Dios. Desde este momento Jesús comienza una nueva enseñanza a los discípulos. El evangelista utiliza la expresión «explicar.» Jesús anuncia el programa del Hijo del hombre que es que es el verdadero sentido del mesías en los planes de Dios. Jesús vuelve la mirada a lo genuino en la voluntad de Dios y lo auténtico, lo que realmente estaba consignado en las Escrituras, es el camino del sufrimiento sustitutivo del Siervo.

En la humillación de la cruz se manifiesta el poder soberano de Dios y su amor misericordioso por la humanidad caída. El evangelista Juan nos recuerda unas palabras dirigidas por Jesús a los judíos: escudriñad las Escrituras y veréis que mis pretensiones son válidas, justas y acordes con el plan de Dios. ¡Qué difícil es entrar en el misterio de Jesús desde la cruz! Y es el único camino para entrar en la gloria, según el propio Jesús revela a los discípulos que se dirigían a Emaús (24, 26-27). El misterio de la cruz necesita una explicación que sólo puede dar con autoridad el propio Jesús. Pero la escena recordada por Lucas corresponde a la etapa pascual. Mateo recuerda que el anuncio de Jesús es anterior a la Pasión.
¡Cuánto cuidado es necesario poner para entender bien los evangelios! ¡Cómo entrelazan y entrecruzan los evangelistas las luces que provienen de distintas etapas!. El acontecimiento de la cruz ha sido comprendido después de la Pascua que permite interpretar las Escrituras. Los creyentes en Jesús tenemos delante un reto apasionante y peligroso: mostrar que Jesús es la base del verdadero progreso humano y de la verdadera humanización del mundo.

2ª) ¡Eso no puede pasarte!

Pedro se lo llevó a parte y se puso a increparlo... Lucas y Mateo tienden a suavizar el lenguaje. El camino marcado por Jesús es escandaloso para Pedro. Se interpone en el camino del Hijo del hombre, se interpone en el camino de los planes de Dios. Al Pedro histórico le horroriza que el Mesías invencible e inmortal, que es en el que él piensa personal y realmente, pueda ser sometido a la humillación, a la mofa, al desprecio y... ¡a la muerte violenta y humillante! ¡Eso es imposible! Eso no cuadra con las esperanzas actuales de Israel. Y se atreve a intervenir para disuadir a Jesús de ese camino. ¡Y estamos ante un hecho genuinamente histórico!

No se trata de una leyenda o de una invención de la comunidad cristiana. Todo lo contrario. Es uno de los momentos más dramáticos y tensos de la relación de Jesús con Pedro, que no entiende y se escandaliza. ¡Es necesario leer y proclamar el Evangelio con la mayor sinceridad posible! Sencillamente Pedro no entiende el proyecto de la cruz, no entiende que en la debilidad de la cruz se manifieste el poder soberano y amoroso de Dios! ¡No entiende la verdadera personalidad y misión de Jesús! Lucas, habitualmente muy delicado con los apóstoles, recoge unas palabras de singular viveza y agudeza con motivo del tercer anuncio de la Pasión (Lc 18,34). Es necesaria es la revelación pascual y el don del Espíritu para penetrar en el misterio de la personalidad de Jesús y de su misión.

Hoy no solo los hombres en general sino incluso los discípulos no acaban de entender que a la gloria del Mesías se va por el camino de la cruz del Mesías.

Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Compárense las palabras anteriores de congratulación y estas que le dirige ahora. Esa es la clave interpretativa del misterio de Jesús: que es un don del Padre que hay que acoger con humildad. Jn 6 recoge repetidamente este pensamiento: nadie viene a mí si el Padre no lo atrae, si el Padre no se lo concede, si el Padre no interviene. El misterio de la cruz desborda las capacidades humanas; no las anula, ni las destruye, ni las desprecia, simplemente las supera, a la vez que las valora y las acrisola, porque se trata de un plan de Dios, decidido desde antiguo, y que ha realizado en la plenitud de los tiempos. Pedro debe saber que él por sí solo no alcanza a comprenderlo. Satanás tiene sumo interés que este proyecto sea entendido como insensato, irracional e inaceptable. Por eso Jesús coloca a Pedro a la altura de Satanás, porque (sin saberlo) se ha convertido en un aliado suyo. Todas las tentaciones de Jesús, que ocurrieron durante el ministerio, tenían la finalidad de apartar a Jesús del verdadero camino del Mesías, del Hijo del hombre y del Siervo de Yahvé. Y ahora el propio Pedro se convierte en un tentador que increpa a Jesús, que se interpone en el camino de la cruz y que lo rechaza.

Hoy, como ayer, el creyente debe seguir anunciando con la palabra o con la vida que la razón está de parte del Padre que ama con ternura infinita a la humanidad, que respeta los auténticos anhelos del hombre, que nada resta al hombre de lo que tiene de verdadero y sincero. ¡El mundo necesita la fortaleza de los creyentes y su humildad en la presentación porque eso es lo bueno para el propio hombre! (1Co 1,17-31; Gl 6,11-18; Flp 3,17-21).

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)