¡TODO MEXICANO DEBE SER BUEN CIUDADANO!

​La patria es impecable y diamantina, su superficie es el maíz. El niño Dios le escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo. Esto dice Ramón López Velarde en su poema: “Suave Patria”. Estamos en el mes de Septiembre. Mes llamado de la patria. Porque en él están las fechas del nacimiento de la libertad nacional, fechas teñidas de rojo vivo, de la sangre de los héroes, ejemplos vivos de verdaderos patriotas, que supieron juntar la palabra y acción en favor de la patria. Somos herederos usufructuarios de esa libertad y grandeza que ellos conquistaron con su sangre, su obra permanece viva en los auténticos mexicanos. Amar a la patria es un deber de todo ciudadano, como para un hijo amar a su familia. Porque la patria es una familia en grande. Pero la patria no es únicamente valles y montañas, volcanes y ríos, sino la historia del pasado de nuestra raza. Es el recuerdo enternecedor de nuestra propia existencia nacida en su seno. Es la tierra bendita donde Dios colocó nuestra cuna. Es el centro invisible pero viviente al que nos atan todos nuestros recuerdos, todos nuestros intereses, todas nuestras esperanzas. Sin la patria el hombre no es más que un simple nómada errante sin raíces que en su largo o corto peregrinar deja regados todos sus recuerdos, sin tener un relicario donde guardarlos como es la patria. El amor a la patria ocupa uno de los primeros lugares en el corazón del hombre y es uno de sus principales deberes. El verdadero patriota ama a la patria con el más valiente e indestructible amor. Pero no basta gritar: “Viva México” para ya tener una garantía de que se ama a la patria. Las palabras sin obras, carecen de valor. Y muchas veces las obras, no son las indicadas para engrandecer a México. Ciertamente que se debe trabajar, por la prosperidad material, pero también es cierto que el simple crecimiento económico no es suficiente para calificar de grande a una nación. El auténtico desarrollo, que es base de grandeza, es aquel que conduce a una recta jerarquización de valores y a un desarrollo integral del hombre. No hay que olvidar que los recursos económicos necesarios para el desenvolvimiento de las personas y desarrollo de las naciones, si de medios que son, se les convierte en fin supremo, se transforman en obstáculos para el desarrollo auténtico y armónico del ciudadano. El verdadero patriota, no lucha tanto por embellecer con fuentes a la ciudad, sino que lucha por que los grandes sectores de mexicanos, que permanecen marginados en la miseria, el hambre, la ignorancia y la injusticia satisfagan sus necesidades más primordiales. ¿Cómo entender que se ama a la patria y si se propicia la embriaguez, permitiendo ferias que no son más que cantinas disfrazadas, en donde se provoca al padre de familia para que gaste lo que por obligación debe de dar a sus hijos? ¿Cómo entender que se ama a la patria y se facilita la venta de bebidas embriagantes? Se explota al pueble dizque para mejorarlo en el aspecto material y el pueblo nunca ve el fruto de esa explotación. Nunca llegaremos a un completo desarrollo como nación, mientras exista un subdesarrollo moral que se manifieste claramente, en la avaricia de los que dirigen desde los puestos públicos los destinos temporales de México. El verdadero patriota no es el que grita: “Viva México” o participa en el desfile, sino el que respeta la santidad del matrimonio y no acepta ni divorcio ni aborto. El verdadero patriota no es el líder demagogo que grita y gesticula, sofísticamente ante masas amorfas; sino el hombre que no elude las exigencias, ni desprecia las normas éticas. El verdadero patriota busca servir al pueblo y no servirse de él. El que no convierte en objetivo supremo de su vida, el enriquecimiento, por cualquier medio; antes bien procurará dar hasta su sangre si es preciso en favor de la patria. Venturosamente se vislumbra el principio de un cambio; nuevamente se abren las puertas a la esperanza y es necesario y urgente que ese mar de fuego; entiéndase corrupción; que nos tiene amenazados de muerte, sea contenido, para que conserve sólo el natural movimiento del oleaje y que sólo ensucie al que libremente quiera sumergirse en él, pero sin perjudicar a otro. Luchemos por un México libre y decente, en donde se acabe ese estado de rio revuelto y esa cadena compleja e indestructible de complicidades en donde cada funcionario público se siente dueño de una parcela de poder, que tiene que hacer producir no en beneficio nacional, sino particular. Y así no tiene derecho de gritar “Viva México”.

​Más bien que estos ciudadanos, que tienen que repetir este grito, tengan presentes sus obligaciones que tienen que cumplir, para que se realice el Bien Común de los Mexicanos. Que no se les olvide, que tienen que orientar todos sus esfuerzos, en beneficio de TODOS LOS CIUDADANOS, sin preferencia personal o partidista. Que hay que tener especial cuidado, por los ciudadanos más necesitados que viven en la pobreza extrema, que es la miseria. Que deben reconocer y defender los derechos y deberes del ser humano y de todos los ciudadanos. Promover la participación activa de todo ciudadano, en todo lo relacionado con el Bien Común por el cual todos deben trabajar. Y los ciudadanos deben ser conscientes de este deber social y por lo mismo deben ser conscientes de ayudar a este Bien Común, pagando con puntualidad los servicios que se tienen cono: la luz, el agua y demás impuestos justos, que deben ser para obtener el Bien Común. Como buenos ciudadanos cumplamos con los deberes sociales que tenemos, para tener una vida social digna en todos los aspectos sociales. ¡Arriba y adelante! ¡Viva México!