de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
1 Septiembre
I Corintios 2, 1-5: “Les he anunciado a Cristo crucificado”, Salmo 118: “¡Cuánto amor, Señor, hacer tu voluntad”, San Lucas 4, 16-30: “Me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva – Nadie es profeta en su tierra
A partir de hoy iniciamos en nuestra lectura continua diaria, el evangelio de San Lucas y hoy nos ofrece sus cartas de presentación. Con un texto que resume la actividad de Jesús y nos lo dibuja de cuerpo entero, nos adentra en las líneas fundamentales de su mensaje: La Palabra, el Espíritu, la Buena Nueva, la pobreza, el camino y la liberación.
El texto que acabamos de escuchar es un programa no sólo para Jesús sino para sus discípulos, para su Iglesia. Si queremos ser fieles al llamado tendremos que confrontarnos con estos criterios. Frente a un mundo desgarrado, sumido en guerras y pleitos, en ambiente de desigualdad y desequilibrio, Dios no se queda mirando desde lejos. Se acerca en su Hijo Jesús y le confía por medio de su Espíritu una misión de alegría, de esperanza y de liberación.
Es la misión que Jesús día a día realizará en los campos y montañas, en los caseríos y en la ciudad: “proclamar el año de gracia del Señor”. Es texto base para que cada uno de nosotros también tomemos el camino. Dios se ha hecho rostro, pobreza y caricia en Jesús que se nos presenta en la sinagoga. Desde entonces el hombre no camina solo. Tiene esperanza, tiene senderos por donde encaminarse y estos son muy claros: dejarse llenar del Espíritu, conformar toda la vida a sus inspiraciones; y hacer muy clara la opción por los desheredados, por los ciegos, por los encarcelados y los pobres.
El papa Francisco nos ha recordado en su Exhortación que una evangelización sin el compromiso serio con el hermano queda trunca y es falsa. Que el criterio para saber si es auténtica nuestra evangelización serán las acciones concretas que realicemos frente al hermano. Cristo tuvo sus opositores al proclamarse cercano al necesitado.
Hoy mismo, se nos recuerda que muchos no estuvieron de acuerdo con Él y trataron de despeñarlo. ¿Cuál será nuestra postura ante el Señor Jesús? ¡La misma que adoptemos frente al hermano desamparado! Ojalá nosotros no tratemos de deshacernos de Él, no lo queramos arrojar a la barranca, no demos la espalda a quien es nuestro hermano, porque en el hermano se encuentra Jesús.