de Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Estamos por iniciar el mes de septiembre, mes en el que la Iglesia invita a tener un acercamiento particular a la Palabra de Dios. Ya en diversas ocasiones, el Papa Francisco nos ha exhortado a leer la Sagrada Escritura con la confianza de encontrar en ella el camino de perfección para nuestra vida.
Recientemente nos ha dicho el Papa: "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida de aquellos que se encuentran con Jesús".
Dios mediante, mañana lunes 1º de septiembre, iniciaremos a las 5:00 de la tarde, aquí en la Catedral Metropolitana, la lectura continua de la Biblia. Un servidor será quien, con la lectura del libro del Génesis, abrirá este ciclo de lectura y reflexión. Posteriormente, mis obispos auxiliares, los sacerdotes maestros de la escuela bíblica y los laicos representantes de las zonas pastorales continuarán con la lectura.
La Catedral permanecerá abierta toda la semana, día y noche, por lo que hago una atenta invitación a todos los fieles para que vengan y participen escuchando, con devoción y en silencio, las narraciones de la Escritura. Tenemos programado un total de 120 horas, aproximadamente, de lectura continua que concluirá, Dios mediante, el viernes por la tarde-noche con el libro del Apocalipsis.
Este acto, que se realiza en nuestra Arquidiócesis, tiene la intención de motivar a los fieles a tener un acercamiento más profundo a las Sagradas Escrituras, participando de la formación que se brinda en nuestra escuela bíblica arquidiocesana.
Por otra parte, quiero exhortar a los fieles para que en este mes, de manera especial, nos unamos en oración para pedir por nuestro país. Las fiestas de independencia que celebraremos próximamente son, primero, una oportunidad para agradecer a Dios por tantos hombres y mujeres que se han esforzado por darle a nuestro país la libertad que todo ser humano anhela. Esta acción no es un acontecimiento lejano, sino que debe ser una misión cotidiana, en la que todos debemos involucrarnos, conforme a la vocación específica que hemos elegido vivir.
Cada día, los habitantes de esta gran nación, debemos renovar el compromiso por hacer del lugar en donde vivimos un espacio en el que las relaciones interpersonales sean edificantes, y que la paz que tanto buscamos, no sea solo un noble deseo, sino una realidad tangible, que nos motive a desarrollar cada vez más nuestras capacidades, poniendo a disposición de nuestros semejantes los dones con los que el Creador nos ha revestido. Para que todos los mexicanos gocemos de libertad. Que todos tengan comida, salud y oportunidades de educación. No hay independencia plena sin desarrollo equitativo, y no hay plena libertad y democracia donde hay pobreza extrema.
Que nuestra oración y compromiso vayan de la mano, para que el resultado de nuestros esfuerzos sea siempre en bien de nuestra nación.