de Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
México ocupa el nada honroso primer lugar en el número de mujeres que inician su maternidad siendo adolescentes.
Se están implementando muchos programas para enfrentar y resolver este problema; pero son programas destinados a fracasar si se efectúan desde la base que considera la intimidad sexual en edad adolescente como un hecho irreversible o incluso como un derecho. Con esas premisas, la sugerencia de cualquier método anticonceptivo lo que provoca es la falsa seguridad de que la relación sexual no dará lugar al embarazo, actitud que lleva a la multiplicación de experiencias de intimidad sexual
Hay muchos adolescentes –varones y mujeres- que platican el orgullo de haber iniciado ya su vida sexual; pero también, bendito sea Dios, sigue habiendo muchos adolescentes que deciden dejar el inicio de su vida sexual para el futuro, cuando estén preparados y dispuestos a formar un hogar como padres responsables.
La naturaleza dice –no podemos negarlo- que la intimidad sexual entre varón y mujer puede dar lugar a una nueva vida humana.
Respetar y atender la naturaleza humana con criterio verdaderamente humano, nos debe hace sentar las bases de otra manera.
La intimidad en la relación heterosexual no sea directamente para buscar placer. Eso es egoísmo, aunque ambos lo busquen, porque entonces se satisfacen mutuamente de manera egoísta. Esa intimidad conviene que sea impulsada, en cambio, por el amor en que cada persona aprende a olvidarse de sí misma y buscar el bien y la felicidad de la otra persona. O sea un amor oblativo. Cuando la intimidad sexual está fundamentada en esta forma de amar, es una delicia la llegada del hijo. Creo que todos anhelamos haber sido fecundados en una experiencia de amor entre nuestros padres.
Me dirijo a los adolescentes y jóvenes: trátense con apertura y respeto, con cariño y nobleza. Que la intimidad sexual sea cuando ya están preparados y dispuestos a formar un hogar. Que no haya embarazos inesperados, sino deseados. Dense a respetar y respeten a la otra persona. Cuando haya alguna experiencia difícil o dolorosa, no dejen de acudir a dialogar con sus papás o alguna persona adulta con quien sientan confianza y que saben les podrá ayudar.
Me dirijo a los papás: Estén cerca de sus hijos, desde pequeños; dialoguen con ellos constantemente, especialmente cuando inician su adolescencia. Ámenlos y que ellos se sepan amados. Escúchenlos y que ellos se sepan escuchados. Ayúdenlos a caminar en la vida, ofreciéndoles paulatinamente experiencias de creciente libertad para que la ejerciten con responsabilidad.
Papás: si la hija adolescente inicia un embarazo, no la corran de la casa, no la obliguen a abortar, acójanla y acojan la criatura que se está gestando, aunque haya sido por violación. En todo caso habrá que castigar justamente al violador. Pero lo más saludable para la madre adolescente es que lleve a término natural el embarazo; ya luego puede darse el bebé en adopción.
Como criterio educativo fundamental, admitamos que los hechos negativos del presente, pueden tener raíces en muchos descuidos o negligencias del pasado, sea por parte de los adolescentes y sobre todo de sus papás. Esto lleve a la corresponsabilidad. También a saber prevenir. Mientras más se fomente la comunicación y el cariño entre los miembros de la familia, desde la más tierna infancia, más se podrá educar sanamente, con madurez y rectitud.