Por un mundo sin violencia

de Francisco Moreno Barrón
Obispo de Tlaxcala

“La Paz sea con ustedes” (Jn 20, 20), es el gran sueño de Dios para la humanidad, es la certeza de su presencia en nuestro mundo, es la tarea que Cristo Jesús dejó a sus discípulos.

EL 2 de octubre se conmemoró el día internacional de la no violencia. Esta fecha fue instituida en memoria del nacimiento de Mahatma Gandhi, líder del movimiento de Independencia de la India y quien se distinguió por predicar una filosofía de la resistencia no violenta.

La violencia es el comportamiento intencionado de una persona que puede provocar daño a otra u otras personas, dejándoles una serie de consecuencias físicas o psicológicas. Puede ejercerse a partir de una acción como golpear, humillar, destruir, o puede ser producto de una omisión como ignorar, no ser justo, no dar lo necesario para la subsistencia de aquellos seres de los cuales somos responsables, etc.

Desafortunadamente vivimos en un mundo en el que la violencia prevalece, por ejemplo en guerras sin sentido que han generado miles de muertes. Nuestro querido México no escapa a esta situación de violencia, por el incremento de la delincuencia organizada y una serie de hechos que están destruyendo los espacios de vida de las comunidades. También en muchos hogares se da la violencia hacia las personas más vulnerables como los mayores, las mujeres y los niños. Nuestra civilización no ha sido capaz de dar un salto, para que el respeto y el amor al prójimo sean la constante, por el contrario lo común sigue siendo la violencia o la indiferencia.

Hoy más que nunca, es necesario que todas las personas caminemos en la construcción de una cultura de la no violencia, y que participemos de manera activa y pacífica ante las injusticias que nos rodean. En la historia de la humanidad hay claros ejemplos de esa actitud no violenta que buscan la verdad y la justicia: Jesucristo es el ejemplo por excelencia y en tiempos más recientes Mahatma Gandhi y Martin Luther King. Todos ellos eran pacifistas y al mismo tiempo eran personas que, de manera no violenta, buscaban justicia y se manifestaban contra aquellos actos que generaban violencia en la sociedad.

Ser pacifista es obedecer ante lo justo y desobedecer ante aquello que genera muerte. Sí, la desobediencia es válida cuando algo es injusto. La Paz y la no violencia no solo implican la ausencia de guerras, que por supuesto se requiere; implican además que se construya una sociedad en la que las personas no sufran de hambre o explotación económica, en la que las autoridades cumplan con su deber de proteger a sus pueblos, y donde que se garanticen los derechos humanos de todas las personas.

Basta mirar a nuestro alrededor para comprobar el cúmulo de violencia que actualmente estamos viviendo: Mujeres golpeadas y explotadas, niños que no acceden a la educación, personas trabajadoras que no son remuneradas adecuadamente, robos, personas secuestrada o asesinadas al intentar llegar a Estados Unidos, discriminación, destrucción ambiental, y la lista puede continuar.

Como cristianos, no debemos mantenernos con los brazos cruzados frente a esta realidad, sino asumir una resistencia activa ante esos problemas.

Desde el principio llamado de “la no violencia”, y como nos lo enseñó Jesucristo, es necesario amar a nuestro enemigo, lo que por supuesto no quiere decir que aceptemos sus acciones injustas e inhumanas, sino que, desde este amar a nuestro prójimo, busquemos cambiar las situaciones de opresión e injusticia, sin que destruyamos a la persona, tarea muy difícil, pero innegablemente necesaria.

Quiero compartirles seis principios de la No Violencia que Luther King señalaba:

“UNO: La no violencia es un estilo de vida para personas valientes. Es resistencia activa sin violencia en contra de la injusticia y el mal. Influye en la parte oponente para que vea que se trata de una causa justa.

DOS: La no violencia busca ganar amistad y entendimiento. El resultado final de la no violencia es poner fin a una injusticia y lograr la reconciliación. El propósito de la no violencia es crear una comunidad de amor.

TRES: La no violencia busca derrotar a la injusticia y no a las personas. Reconoce que los que hacen el mal también son víctimas y no malas personas.

CUATRO: La no violencia sostiene que el sufrimiento puede educar y transformar. Acepta el sufrimiento sin rencor. Acepta recibir violencia, si es necesario, pero nunca la ejercerá. Acepta voluntariamente las consecuencias de sus actos.

CINCO: La no violencia elige el amor en lugar del odio. Resiste la violencia al espíritu y al cuerpo. El amor no violento es espontáneo, desinteresado, generoso y creativo. El amor no violento se da de buena gana, aunque la respuesta llegue a ser hostil.

SEIS: La no violencia cree que el universo está a favor de la justicia. El que resiste de manera no violenta tiene una fe profunda en que la justicia algún día triunfará. La no violencia cree en un Dios de justicia.”

Construyamos la paz y la no violencia todos los días de nuestra vida y en todos nuestros espacios, para que sea una realidad en nosotros la palabra del Señor Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados Hijos de Dios” (Mt 5,9).