Lecturas del martes, 30ª semana del tiempo ordinario, ciclo A

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mar, 2014-10-28

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2,19-22:

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Sal 18 R/. A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,12-19:

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

II. Compartimos la Palabra

Las lecturas que nos propone la liturgia de hoy, remarcan el sentido eclesial de la fiesta que celebramos de los apóstoles Simón y Judas.

«Porque por medio de Él y otros tenemos, por un mismo Espíritu, acceso al Padre»

Dios nos ha escogido para darnos la salvación en Cristo Jesús, habiéndonos sacado de nuestras malas obras. Por la sangre de Jesús hemos sido rescatados de nuestros pecados y hemos sido reconciliados con Dios, hechos depositarios de su Espíritu.

Esta es la gran noticia que Pablo anuncia a los creyentes en Cristo. Por la fe en Jesús y por la gracia de su Espíritu, venimos a formar parte de la Nueva Alianza de Dios con los hombres. Pablo pone unos ejemplos cercanos y comprensibles para hacernos entender la grandeza del Don de Dios.

Somos familia de Dios, hijos y herederos de su Gracia. Podemos sentirnos orgullosos de la misión que el Padre nos tiene confiada. Es la inmediatez de la sangre, los vínculos afectivos y cercanos de la familia que unifica y hace sentir común el destino de las personas que la forman.
Otro ejemplo más es el sentirse ciudadano total, con plenos derechos de la ciudad de Dios. No somos inmigrantes ni forasteros, sino conciudadanos que forman la comunidad cristiana y miembros de la familia de Dios.

Finalmente, insiste en el edificio «que tiene a los apóstoles y profetas como cimiento y a Cristo Jesús como piedra angular de la que hemos venido a formar parte». Toda nuestra vida es santa como la iglesia es santa porque es el templo donde habita Dios, donde se manifiesta el Espíritu de Dios por la Gracia de Cristo, por eso nuestra vida se llena de paz y se constituye en testimonio de esa gracia y alegría de ser templos de Dios.

«Yahvé mi roca, mi baluarte, mi libertador y mi Dios»

Este evangelio remarca algunos aspectos interesantes de la vocación cristiana. Lucas nos cuenta cómo Jesús sale a orar y se pone en presencia del Padre. Antes de los momentos importantes de la vida de Jesús, Él acude al Padre. Es una actitud que permanentemente nos reflejan los evangelios. Y la elección de los apóstoles es uno de esos momentos importantes.

Jesús llama a todos sus discípulos, porque todos son elegidos y cercanos a su persona, y entre ellos escoge a 12, a los que llama apóstoles. Y Lucas los nombra uno a uno en su evangelio. Ellos serán los responsables directos de transmitir el mensaje y la enseñanza del Maestro. También proyectan la universalidad del mensaje de salvación como las nuevas 12 tribus de Israel para llevar el anuncio del Reino hasta los últimos rincones del mundo.

Son apóstoles, transmisores de la buena nueva de la salvación del Padre que nos llega en la persona de Jesús. A ellos Jesús les irá enseñando todos los secretos que están en el Padre. Cerca de El aprenderán lo que significa ser enviados, no como señores o dignatarios, sino como servidores de la comunidad y transmisores de la Palabra.

Jesús elige a los apóstoles y los quiere cerca para que puedan aprender la responsabilidad de la vocación evangélica que el Padre le ha asignado. «No he venido a ser servido, sino a servir y dar testimonio de la Gloria de Dios Padre».

Esa es también nuestra misión como elegidos, con nombre y apellidos, para transmitir el mensaje de salvación de Jesús, para proclamar el Reino, la presencia viva, actual y permanente de Dios en nuestro mundo. Somos testigos de la paz de Dios, de la salvación y la Gracia de Dios a pesar de todas las contrariedades de este mundo y por ello debemos ser luz y esperanza del nuevo mundo que Dios quiere para los hombres.

D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad San Martín de Porres (Madrid)