Lecturas del martes, 31ª semana del tiempo ordinario, ciclo A

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mar, 2014-11-04

I. Contemplamos la Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,5-11:

Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre sobre todo nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Sal 21,26b-27.28-30a.31-32 R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos. R/.

Porque del Señor es el reino,
el gobierna a los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba. R/.

Mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,15-24):

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!»
Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir." El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»

II. Compartimos la Palabra

«Tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos»

El texto de Filipenses es uno de los himnos cristianos más antiguos. En él se nos revela de una manera admirable y profunda el gran Misterio de Dios en Jesucristo. El Amor de Dios al hombre llega a su plenitud en Jesucristo que, siendo Dios, quiso ser en todo, menos en el pecado, “un hombre cualquiera”, como nosotros, viviendo nuestras inquietudes y alegrías, muriendo nuestra propia muerte en la cruz del dolor y la desesperanza.

San Pablo define en este himno el anonadamiento de Dios, como clave para comprender su Misterio de Amor. Decía el teólogo Von Balthasar que «sólo el Amor es digno de Fe» y por eso Cristo se convirtió en el «Siervo Sufriente de Dios» del que nos habla Isaías, dispuesto a dar su vida sólo por amor, el mismo amor con el que el Padre nos hizo, el mismo que en su Pasión, Muerte y Resurrección nos abre a la luz de la Fe.

«Dichoso el que coma en el banquete del reino»

La parábola del banquete nos ofrece una interesante reflexión sobre quién es Dios y el Reino que ofrece al hombre. No se trata de un Reino meramente escatológico o de una falsa espiritualidad. Ese es el Reino de quienes entienden que todo lo referente a Dios es un «dejà vu» al que están acostumbrados y no le ofrece ninguna novedad. Es más: les resulta intrascendente y aburrido. Por eso se excusan y deciden ocuparse de actividades presuntamente más novedosas y «productivas».

Pero Dios sorprende con una invitación a los pobres, a los que no esperan nada de Él, a los que viven en sus afueras, en los caminos, a los que nada tienen y todo necesitan, a los que quieren vivir de verdad y no les dejan los anteriores invitados.

El Reino de Dios está aquí y en nosotros cada vez que hacemos vida las Bienaventuranzas. Es un Reino que se hace día a día desde la Fe en Quien nos invita con la «novedad improductiva» del Amor y nos envía a nuestros hermanos más pequeños, más «pobres» para que, con nosotros, vivan la ilusión y la alegría de participar en el banquete.

Hoy celebra la Iglesia la festividad de San Carlos Borromeo, Cardenal- Arzobispo de Milán y persona entregada al trabajo del Reino. De familia acomodada y con una notable preparación intelectual que le llevó a las más altas responsabilidades de la Iglesia, no quiso más honores que servir la causa del Evangelio con los más pobres de su diócesis, socorriéndoles en sus necesidades espirituales y materiales.

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad Fray Bartolomé de las Casas (Sevilla)