de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
15 diciembre
Números 24,2-7.15-17: “De Jacob se levanta una estrella”, Salmo 24: “Descúbrenos, Señor, tus caminos”, San Mateo 21,23-27: “¿El bautismo de Juan venía del cielo o de la tierra?”
Todo parece unirse en una llamada urgente a prepararnos para la Navidad. Los personajes que poco a poco se van presentando en la liturgia vienen a insistir en lo importante que es recibir en nuestro corazón al Salvador. Corremos el riesgo de dejarlos en el olvido y no darles su debida importancia. Así sucedió con los contemporáneos de Jesús pues para muchos de ellos pasó desapercibido.
En el pasaje de hoy escuchamos el reclamo que les hace Jesús porque no supieron reconocer a Juan el Bautista. Y es que la misión de Juan corre con una suerte paralela a la misión de Jesús y con los mismos resultados: no es escuchado, por el contrario lo desaparecen como un estorbo. Cuando habla Juan siempre es claro y con energía. Su mensaje va a la raíz de los problemas y de los comportamientos humanos. No se calla aquello debería decir aunque parezca incómodo y no se detiene por falsos respetos humanos, sino que busca cumplir su misión profética.
Ya estamos en el camino del Adviento y nos hemos encontrado con frecuencia al Bautista. También a nosotros Cristo nos pregunta qué pensamos de Juan el Bautista y qué significa su mensaje. Hemos opacado el Adviento con lucecitas y músicas tiernas, como para no escuchar los reclamos de conversión y la exigencia de una vida coherente. Y sin embargo ahí está la figura del Bautista que no se deja amilanar por conversiones falsas o por aparentes bautismos. Insiste que el hacha ya está puesta a la raíz y que nuestra conversión debe ser desde la raíz. Anuncia la cercanía del Mesías pero advierte que hay caminos torcidos, que hay huecos que se deben llenar, que hay orgullos que se deben rebajar. ¿Le creeremos nosotros al Bautista? Miremos nuestro mundo y escuchemos las palabras de este profeta que busca enderezar los senderos.
Hay muchas rutas que no llevan a ninguna parte pero parecen encantadoras, hoy debemos revisar cómo estamos haciendo el camino. Ya viene Cristo nuestra luz pero necesitamos la conversión verdadera. ¿Cómo lo estamos esperando?