Sentir con todos, amar con todos y compartir con todos

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

6 Enero

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1 Juan 4,7-10: “Dios es amor”, Salmo 71: “Que te adoren, Señor, todos los pueblos”, San Marcos 6,34-44: “Al multiplicar los panes, Jesús se manifiesta como profeta”

¿Qué rasgos nos gustan más de Jesús? ¿Cuál de sus actitudes nos cuestiona más o nos impulsa más fuertemente a una conversión? Parece que estas serían las preguntas en estos primeros días después de la Navidad y que la liturgia nos impulsa a descubrir cada día nuevos rasgos de Jesús.

Hoy nos lo presenta como el profeta que se compadece de las multitudes y que sacia su hambre tanto de la palabra como del pan. Por siglos se estuvo anunciando un Mesías que iba a liberar a su pueblo, y ahora se nos presenta Jesús de una manera totalmente distinta a como lo habían imaginado pero realizando en mayor plenitud las promesas anunciadas. “Se compadeció de ellos” nos dice San Marcos y nos descubre a este Mesías que en lo más íntimo de su corazón siente la miseria y el dolor humano y asume un compromiso amoroso con los que sufren cualquier tipo de injusticia o de marginación.

Jesús es un Mesías que viene ciertamente a resolver y liberar de la opresión, pero en este mismo relato nos presenta las condiciones que pedirá a sus discípulos: “Denles ustedes de comer” Es el mandato que expresa a los sorprendidos apóstoles, que se miran a sí mismos inútiles, incapaces y pobres. Sin embargo, Jesús no se arrepiente de sus palabras, porque para hacer posible la construcción de su Reino, requiere de la participación responsable de todos los hombres.

Es cierto que es muy poco lo que puede aportar el hombre a los planes de Dios, pero es tan necesaria su participación que así lo ha querido el mismo Dios, como si todos los planes de Dios se supeditasen a la libre participación del hombre. El hambre es posible superarla, pero se necesita la conciencia y la participación de todos los hombres por más pequeños y pobres que seamos. Ya en la primera lectura de este día nos exige San Juan el amor de unos con otros porque Dios es amor. Y el amor que nosotros tengamos a Dios se tiene que manifestar en el concreto amor que tenemos a los hermanos.

Tenemos la certeza de que Dios nos ama, pero la única manera de manifestarlo es amando. Este rostro de Jesús que se compadece de todos los hombres nos lleva a nosotros también a una auténtica con-pasión, sentir con los hombres, amar con los hombres y compartir con ellos.