¿Miedos de un tiempo amenazante?

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

7 Enero

San Raimundo de Peñafort

AUDIO

1 Juan 4,11-18: “Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros”, Salmo 71: “Que te adoren, Señor, todos los pueblos”, San Marcos 6,45-52: “Lo vieron caminar sobre el agua”

Seguimos en esta semana de presentación de Jesús y hoy lo encontramos en una situación muy especial. No es tanto la presentación mágica de un Mesías que camina sobre las aguas, sino mucho más profundo en su significado. Las aguas y su profundidad representan todo el poder del mal y causan miedo a los pescadores del Mar de Galilea. Los vientos contrarios y las olas, recuerdan las dificultades con que avanzaba la pequeña Iglesia naciente, y así la figura de Jesús adquiere un profundo significado pues nos manifiesta su poder sobre todo mal y es un reconocimiento a su divinidad.

En los inicios de este año, mucho se ha hablado de los miedos e inseguridades que nos provoca un tiempo amenazante. Ya muchas personas han expresado sus angustias ante las incertidumbres y con frecuencia se recurre a magias y a adivinaciones para conocer el futuro como si éste estuviera fatalmente determinado. La escena de este día nos debe llenar de confianza y seguridad.

Es cierto que habrá tempestades, es cierto que habrá vientos contrarios, pero más cierta es la presencia de Jesús en medio de nosotros, que navega con nosotros y asume nuestros mismos riesgos. Sus palabras están dirigidas de un modo especial en estos momentos a cada uno de nosotros: “¡Ánimo! Soy yo, no teman” Es una seguridad que nos brinda su presencia no para suprimir todas las adversidades, sino para con su presencia superarlas y vivirlas en esperanza. Pero esta seguridad no es sólo de palabras, es una seguridad y confianza que se traduce en obras, dinamismo y unidad.

La presencia de Jesús nos une y así superaremos los miedos y dificultades. San Juan en su carta nos confirma que si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece con nosotros. Y nos asegura que en el amor no hay temor, sino al contrario el amor perfecto excluye el temor. Hoy contemplemos a Jesús, dejemos que se acerque a nosotros, y que su presencia disipe nuestros miedos y despierte una esperanza dinámica y audaz.