de Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM
México, D.F., a 18 de febrero de 2015
Hoy, con el ayuno, la abstinencia y la imposición de la ceniza, comenzamos la Cuaresma, tiempo para revisar nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios y decidirnos a mejorar.
La ceniza, signo penitencial usado desde el Antiguo Testamento, nos recuerda que Dios nos ha creado para la vida. Sin embrago, el pecado nos devuelve a la tierra, a la muerte. Pero Dios envió a su Hijo para que, asumiendo nuestra carne, nuestro “polvo”, nos diera vida plena y eterna, amando hasta padecer, morir y resucitar por nosotros, como lo celebraremos en Pascua.
Así como Jesús oró y ayunó en el desierto 40 días y venció al tentador (cfr. Mt 4,1ss), ahora nosotros, guiados por el Espíritu Santo, estamos invitados a vivir en estos 40 días un encuentro con Dios a través de su Palabra, sus sacramentos, la oración y la penitencia, que nos abre al amor al prójimo.
Quienes tenemos de 18 a 59 años, estamos invitados a ayunar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, haciendo una sola comida fuerte al día. Quienes tengamos de 14 años en adelante estamos invitados a abstenernos de comer carne roja. Excepto el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, la abstinencia de carne se puede suplir por una obra de caridad, de piedad o por un sacrificio.