La fidelidad y firmeza de los testigos

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

11 Abril

Sábado de la octava de Pascua

AUDIO

Hechos 4,13-21: “No podemos callar lo que hemos visto y oído”, Salmo 117: “La diestra del Señor ha hecho maravillas”, San Marcos 16,9-15: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”

¿Por qué resulta tan difícil creerles a los pequeños? La primera lectura nos muestra a Pedro y Juan hablando y dando testimonio de Jesús, pero como son hombres “del pueblo, sin ninguna instrucción”, los escribas y los ancianos no aceptan su testimonio y les prohíben hablar de “ese Jesús”.

En el evangelio la que sufre la incredulidad de los mismos seguidores de Jesús es una mujer: Magdalena. Sí, sabían que el Señor la había curado, reconocían que era una fiel discípula del maestro, nadie dudaba de su entrega, pero era mujer y no podían creer que el Señor escogiera a una mujer como mensajera y portadora de tan importante noticia, por eso no le creyeron. Pero así es Jesús, así escoge a sus mensajeros: a los pequeños, a los insignificantes, a los ignorantes, a los pecadores, para que resalte el mensaje y no el portador.

Lo que llama la atención es la fidelidad y firmeza de estos testigos. Pedro afirma “nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído” y les cuestiona a las autoridades si será justo obedecerlos a ellos antes que a Dios. Lo mismo nos cuestionaría hoy Jesús, si hemos sido fieles a su Palabra y a dar testimonio de su presencia resucitada y salvadora, o vamos conformando nuestra palabra a las exigencias y gustos de un mundo que arrebata y subyuga pero que está lejos de su propuesta de vida. Magdalena no teme que se burlen de ella o que la desprecien, ella también tiene que anunciar lo que ha visto y oído. Y la misión con que termina el evangelio de San Marcos es muy clara: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”.

Nosotros, pues, no podemos callar lo que hemos visto y oído. Ahí está la Buena Nueva de Jesús, ahí está la esperanza que da a nuestro corazón, ahí está el Reino de Dios que se va construyendo. Con cuanta razón el Papa Francisco nos empuja para que salgamos a todos los lugares y hagamos de todos los espacios un lugar del encuentro con el Resucitado. No podemos callar la alegría de haberlo encontrado.