de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
13 Abril
San Martín I
Hechos 4,23-31: “Se pusieron a orar y quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaron la palabra de Dios con valentía”, Salmo 2: “Dichosos los que esperan en el Señor”, San Juan 3,1-8: “El que no nace del agua y del Espíritu, no puede ver el Reino de Dios”
¿Cuántos quisiéramos acercarnos Jesús solamente en lo oscurito, sin encuentros comprometedores que nos puedan acarrear consecuencias y problemas? La oscuridad se presta para hacer transacciones y negocios chuecos, pero Jesús aprovecha también la oscuridad para llevar a la vida y para transformar la noche en luz. Quizás Nicodemo sólo sentía cierta simpatía por Jesús y era peligroso que los demás comprendieran que era su seguidor. Pero Jesús aprovecha sus preguntas y sus dudas para llevarlo mediante el diálogo y las comparaciones hasta descubrir una nueva realidad que es capaz de transformar todos los esquemas y de renovar el interior de todo hombre.
La Resurrección de Jesús transforma todo y pone en duda las formas antiguas de vivir que sostienen un mundo anticuado. La mente de Nicodemo, y la nuestra, está acostumbrada sólo a medir a través de las cosas materiales, de las fuerzas del orden, de las ambiciones humanas, pero Jesús le descubre, y nos descubre, ese otro mundo espiritual, del interior y que en realidad es el verdadero. El nacimiento a la vida de Jesús es una irrupción de una nueva fuerza en la vida personal y comunitaria.
La primera lectura nos presenta al mismo Pedro, a aquel que negó a Jesús, a aquel que no fue capaz de cumplir sus promesas por miedo, ahora valiente y decidido predicando a pesar de la oposición de los sumos sacerdotes. Ojalá que estos días de resurrección también cada uno de nosotros salgamos de nuestras oscuridades, de nuestros miedos y de nuestros complejos y nos decidamos a vivir plenamente el evangelio de Jesús. No es cosa sencilla. A Nicodemo se le pide un nuevo nacimiento. También a nosotros se nos pide un nuevo nacimiento. Una conversión total. Pero atención que quien hará la mayor parte del trabajo será el Espíritu. Nosotros sólo debemos ponernos en disposición y en apertura.
Debemos acercarnos en oración confiada y dejar que el Espíritu actúe en nuestras vidas. Hoy se nos invita a una nueva forma de vivir, a un nacimiento del agua y del Espíritu, a salir de la oscuridad y del temor.