de Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
Estimado adolescente o joven:
Me dirijo principalmente a ti motivado por la reflexión, el diálogo y la oración que hemos estado haciendo en la asamblea de obispos del país (México) la semana del 13 al 17 de abril, cuyo tema central –no único- ha sido la atención a los adolescentes y jóvenes como destinatarios y protagonistas prioritarios de la nueva evangelización en el contexto del mundo actual.
Durante la semana nos ha estado acompañando un grupo de jóvenes –varones y mujeres- de todas las provincias del país. También acaban de venir numerosos adolescentes y jóvenes de la diócesis de Izcalli, donde nos encontramos. Una de ellas me ha entregado una sandalia como signo de mi disposición a caminar con ellos, a acompañarles, y que quienes se han hecho presentes, así nos lo han dicho, son rostros y tienen corazón semejante a los adolescentes y jóvenes de nuestras diócesis.
Ahora me dirijo a ti, adolescente o joven que vives en la diócesis de Tehuacán o en otras partes. Escucharás o leerás este mensaje por radio o redes (Facebook, Twitter).
Quiero aceptarte, escucharte, valorarte, acompañarte en la vida. Puede ser individualmente o en grupo, cara a cara o aprovechando las redes. Obviamente, de ordinario ando atendiendo también otros asuntos y escuchando otras personas, pero procuraré darte tiempo y actitud de escucha y acogida. Si en ese momento no puedo atenderte, te ofreceré otro tiempo cuanto antes. Soy consciente de que estoy ofreciendo algo que me puede comprometer y luego defraude al no cumplir, pero quiero hacer el intento. En todo caso, podemos irnos organizando.
También he visto que convivir con adolescentes y jóvenes me revitaliza, me hace sensible a las necesidades ajenas y también me motiva el verlos encontrando sentido a su vida y, de plano, sacrificándose por otros con generosidad y alegría.
Te invito a que nos unamos y afrontemos este mundo actual difícil, complejo, con graves crisis de confianza y de credibilidad, con hechos constantes de crimen organizado, de corrupción e impunidad; pero que nos sumemos a quienes sí desean, buscan y colaboran por el bien común, por la paz y la justicia. ¿Le entramos? No importa que de momento parezca una tarea imposible y de pocos comprometidos. Que nos dejemos contagiar y contagiemos, a su vez, de positividad y esperanza.
Todo esto lo decidamos y hagamos con Dios dentro, que nos ama al grado de habernos dado a Su Hijo único, Cristo Jesús, Quien ha entregado su vida en la cruz por ti y por mí, ha muerto y ha sido sepultado, pero ha resucitado y vive para siempre y se ha comprometido –y lo sostiene- a estar con nosotros todos los días en nuestra vida.