Se ve una cierta esquizofrenia entre moral individual y Pública

La educación de la conciencia y la responsabilidad moral son apremiantes para resolver situaciones graves en México como: el narcotráfico,la violencia, la pobreza.
Autor: | Fuente: Catholic.net

Aquí, dos de las cuatro preguntas que los reporteros hicieron a Benedicto XVI en su vuelo hacia México.

La primera habla de aquéllos que llamándose «católicos» colaboran con el crimen organizado. La segunda habla del marxismo oculto tras la llamada «teología de la liberación».

Para ambos casos, el Papa recomienda educar las conciencias para que los católicos vivamos de acuerdo con lo que creemos:

Pregunta de Javier Alatorre

- Santidad, México es un país con recursos y posibilidades maravillosas, pero en estos años sabemos que es también tierra de violencia por el problema del narcotráfico. Se habla de 50.000 muertos en los últimos cinco años. ¿Cómo afronta la Iglesia católica esta situación? ¿Tendrá palabras para los responsables, y para los traficantes que a veces se profesan católicos o incluso benefactores de la Iglesia?

Respuesta del Santo Padre

- Conocemos bien todas las bellezas de México, pero también este gran problema del narcotráfico y de la violencia. Es ciertamente una gran responsabilidad para la Iglesia católica en un país con el 80% de católicos.

Debemos hacer lo posible contra este mal destructivo de la humanidad y de nuestra juventud. Diría que el primer acto es anunciar a Dios: Dios es el juez, Dios que nos ama, pero nos ama para atraernos al bien, a la verdad contra el mal.

Por tanto, es gran responsabilidad de la Iglesia educar las conciencias, educar en la responsabilidad moral y desenmascarar el mal, desenmascarar esta idolatría del dinero, que esclaviza a los hombres sólo por esta cosa; desenmascarar también las falsas promesas, la mentira, la estafa, que está detrás de la droga.

Debemos ver que el hombre necesita el infinito. Si Dios no está, el infinito se crea sus propios paraísos, una apariencia de infinitudes que puede ser solo una mentira. Por esto es tan importante que Dios esté presente, accesible; es una gran responsabilidad ante el Dios juez que nos guía, nos atrae a la verdad y al bien, y en este sentido la Iglesia debe desenmascarar al mal, hacer presente la bondad de Dios, hacer presente su verdad, el verdadero infinito del que tenemos sed. Es el gran deber de la Iglesia. Hagamos todos juntos lo posible, cada vez más.

Pregunta de Valentina Alazraki

- Santo Padre, desde México usted ha dicho querer dirigirse a toda América Latina en el bicentenario de la independencia. América Latina, a pesar del desarrollo, sigue siendo una región de contrastes sociales, donde se encuentran los más ricos junto a los más pobres. A veces parece que la Iglesia católica no sea suficientemente animada a empeñarse en este campo. ¿Se puede seguir hablando de "teología de la liberación" en un modo positivo, después de que ciertos excesos --sobre el marxismo o la violencia- hayan sido corregidos?

Respuesta del Santo Padre

- Naturalmente la Iglesia debe siempre preguntarse si se hace lo suficiente por la justicia social en este gran continente. Esta es una cuestión de conciencia que debemos hacernos siempre. Preguntar: qué puede y debe hacer la Iglesia, qué no puede y no debe hacer. La Iglesia no es un poder político, no es un partido, sino que es una realidad moral, un poder moral. En cuanto la política fundamentalmente debe ser una realidad moral, la Iglesia, sobre este carril, tiene fundamentalmente que ver con la política.

Repito lo que ya había dicho: el primer pensamiento de la Iglesia es educar las conciencias y así crear la responsabilidad necesaria; educar las conciencias tanto en la ética individual, como en la ética pública. Y aquí quizá hay una falta.

Se ve, en América Latina pero también en otras partes, en no pocos católicos, una cierta esquizofrenia entre moral individual y pública: personalmente en la esfera individual, son católicos, creyentes, pero en la vida pública siguen otros caminos que corresponden a los grandes valores del Evangelio, que son necesarios para la fundación de una sociedad justa.

Por tanto, hay que educar en superar esta esquizofrenia, educar no sólo en una moral individual sino en una moral pública, y esto tratamos de hacerlo con la Doctrina Social de la Iglesia, porque, naturalmente, esta moral pública debe ser una moral razonable, compartida y compartible también por no creyentes, una moral de la razón.

Ciertamente, nosotros a la luz de la fe podemos mejor ver tantas cosas que también la razón puede ver, pero justo la fe sirve también para liberar a la razón de los intereses falsos y de los ensombrecimientos de los intereses, y así crear en la doctrina social, los modelos sustanciales para una colaboración política, sobre todo para la superación de esta división social, antisocial, que por desgracia existe.

Queremos trabajar en este sentido. No se si la palabra "teología de la liberación", que se puede también interpretar muy bien, nos ayudaría mucho. Es importante la común racionalidad a la cual la Iglesia ofrece una aportación fundamental y debe siempre ayudar en la educación de las conciencias, tanto para la vida pública, como para la vida privada.