2015-05-30 Radio Vaticana
(RV).- “Cristo es la luz que ilumina el camino para que la ciencia esté siempre al servicio de la vida”, exhortación del Obispo de Roma a los participantes en el Encuentro promovido por la Asociación Ciencia y Vida, a quienes recibió en Audiencia en la Sala Clementina del Vaticano.
El congreso organizado por la Asociación Ciencia y Vida con ocasión del 10° Aniversario de fundación, tiene por objetivo reflexionar sobre los “principios antropológicos y científicos de la bioética, con el fin de tutelar y promover la vida humana”. Los descubrimientos de las investigaciones en ámbito de la tecno-ciencia, ponen el desafío de algunas cuestiones en relación a la vida humana – el nacimiento, la discapacidad, las enfermedades, la muerte – como objeto de reflexión y de interacción entre la filosofía, la ética y la ciencia.
En sus saludos, el Santo Padre resaltó el servicio que viene realizando esta Asociación en favor de la promoción de la vida humana y los animó a seguir practicando las actitudes de “apertura, atención y proximidad al hombre en cada situación concreta”. En este sentido subrayó el Papa, es importante “salir para encontrar y encontrar para sostener”.
El amor de Cristo, dijo el Pontífice, nos impulsa a ser servidores de los pequeños y de los ancianos, de todo hombre y mujer, a quienes se debe reconocer y tutelar el derecho primordial a la vida. “La existencia de la persona humana, a la cual ustedes se dedican con solicitud, es su principio constitutivo; es la vida en su insondable profundidad que origina y acompaña todo el camino científico; es el milagro de la vida que siempre pone en crisis toda forma de presunción científica, restituyendo el primado a la maravilla y a la belleza”.
En este sentido, afirmó Francisco, es Cristo la luz que ilumina el camino para que la ciencia esté siempre al servicio de la vida. “Cuando disminuye esta luz, cuando el saber se olvida del contacto con la vida, se hace estéril. Por eso, los invito a tener siempre en alto la mirada sobre la sacralidad de toda persona humana, para que la ciencia este verdaderamente al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la ciencia”.
Por ello, es importante reconocer el valor inestimable de la vida humana subrayó el Obispo de Roma, ya que la vida es ante todo un don de Dios, que genera esperanza y futuro para el hombre y la sociedad. “El grado de progreso de una civilización se mide por la capacidad de proteger la vida, sobre todo en sus fases más frágiles, más que por la difusión de instrumentos tecnológicos. Cuando hablamos del hombre no nos olvidemos jamás de todos los atentados contra la sacralidad de la vida humana. Es un atentado contra la vida el flagelo del aborto. Es un atentado contra la vida dejar morir a nuestros hermanos en los barcos en el Canal de Sicilia. Es un atentado contra la vida la muerte en los centros laborales porque no se respetan las condiciones mínimas de seguridad. Es un atentado contra la vida la muerte por desnutrición. Es un atentado contra la vida el terrorismo, la guerra, la violencia; también la eutanasia. Amar la vida es siempre tener cuidado del otro, quererlo bien, cultivar y respetar su dignidad trascendente”.
(RM - RV)