Las siguientes letras sobre la Virgen María, en su mayoría versarán desde el cuadro de la advocación:
Hablar de María
Hablar sobre la Virgen María, parece repetitivo, pero no lo es. Podríamos decir tantas cosas de ella que la lista nunca la terminaríamos.
La presencia de María en nuestras vidas es esencial, es clave en nuestra fe, desde aquel momento que dio el SI a lo que Dios le estaba pidiendo. María cuido a su Hijo Jesús con cariño, discretamente y en todo momento; todo esto lo sigue realizando y se manifiesta en el amor que ella misma tiene a la Iglesia, María se sigue presentando ante nosotros, sencillamente diríamos con vestidos diferentes, en este caso el vestido es el de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Un poco de historia
En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterráneo) tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no se sabe. Lo cierto es que el mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros que ya habían corrido con esa suerte.
Por protección, el mercader decidió llevar la pintura a Italia. Empacó sus pertenencias, arregló su negocio y abordó un navío dirigiéndose a Roma. En ruta se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.
Lo importante es darnos cuenta como María es la mejor manera de hacer oración, si ella es una nueva manera de dialogar con Dios, pero también es aquella que nos ayuda a calmar las tormentas en nuestra vida; así como la embarcación llegó sana y salva al puerto de Roma, María nos ayuda a estar sanos y salvos, acercándonos día a día a su Hijo Jesús.
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Esta advocación funge como Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití. El icono (ver la pintura) original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.
El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos.
Es una devoción muy especial esta advocación, sobre todo por el contenido de la imagen, como Jesús es protegido por María, como Jesús se agarra de su Madre, esto es una clara invitación a que nos tomemos de la mano de María; no estamos solos, encontramos además la presencia de Dios, manifestada en la figura de los dos ángeles.
Claramente la pintura hace alusión la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza.
El mensaje de la Virgen es claro, ella siempre se pondrá en camino para llevarnos y compartirnos a Dios, es por eso que en el mundo no ha nacido una mujer semejante a ella, tal y como lo dice San Francisco:
«Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro» (San Francisco, Antífona del Oficio de la Pasión).