MARIA ESPOSA.

​Según el plan divino el Mesías debía nacer de una Madre Virgen. Pero ese portentoso milagro de la maternidad divina y virginal, no podía ser expuesto a las miradas y discusiones frívolas. Era pues preciso que aquella doncella elegida por el mismo Dios tuviera una ayuda y sostén para sí y para el Hijo por venir. También era necesario que aquel niño tuviera junto a su cuna, a un hombre, que a nombre del Padre Celestial, estuviera de Padre Terreno ante la sociedad y trabajara para su manutención. Por eso ese gran misterio debía de realizarse bajo el velo del matrimonio.
​Dios mismo se encarga de escoger y preparar debidamente a este hombre que sería el esposo de María. La figura de José, como tal está estrechamente vinculada a la obra de Dios en la tierra. José un verdadero hombre para María y ambos vivieron en plenitud su amor marital privado en un aspecto, no como represión, sino como consagración de su amor y como una respuesta libre y comunitaria y una vocación especial a la cual Dios los había llamado. No hay que olvidar que lo que se realiza humanamente, no es el sexo o lo genital, sino el amor. Este nos hace más plenos como personas.