DEVOCIÓN A LA MEDALLA MILAGROSA

La belleza de María una vez más ante nosotros, seguimos compartiendo la fe, la fe que viene de lo alto, El Dios que ha elegido a esta grandiosa y sencilla mujer para traer la salvación y la paz al mundo.

En este año que el Papa Benedicto XVI lo ha dedicado para la “Fe”, no podemos olvidar a María, ella es la que nos puede enseñar a meditar sobre su Hijo, quien mas sino ella, que lo llevó en su vientre, ella la mujer creyente en todo momento, la que nos ayuda a aumentar nuestra fe.

María está presente en todos los rincones donde su Hijo Jesús ha llegado, ella quiere intensificar la fe, quiere que conozcan al Salvador, se presenta como la misionera por excelencia, va de un lugar a otro, con el corazón lleno de fe, puesto al servicio de los hombres; con todo lo dicho entendemos la presentación de la Virgen María en las culturas, las diferentes formar de llegar a los pueblos, es a todo lo que nosotros llamamos “Advocación”.

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
En el año 1830, en la Casa Madre de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, en París, Francia, la Santísima Virgen se apareció en tres oportunidades a una humilde y piadosa novicia, Sor Catalina Labouré. En las tres oportunidades, Catalina vio a la Santísima Virgen, recibió mensajes y fue tratada con amorosa y maternal atención.

Veamos algunos extractos de las apariciones de Nuestra Madre:

Primera aparición
Relató la vidente de la Santísima Virgen a su confesor que hacia las 11:30 horas de la noche del 18 de julio, oyó que alguien la llamaba por su nombre: "Sor Labouré, Sor Labouré ven a la capilla. Allí te espera la Santísima Virgen" Quien la llamaba era un niño pequeño y él mismo la condujo hasta la capilla.

Catalina se puso a rezar y después de oír un ruido semejante al roce de un vestido de seda, vio a la Santísima Virgen sentada al lado del Altar. Catalina fue hacia Ella, cayó de rodillas apoyando sus manos en las rodillas de la Santísima Virgen y oyó una voz que le dijo: "Hija mía, Dios quiere encomendarte una misión... tendrás que sufrir, pero lo soportarás porque lo que vas a hacer será para Gloria de Dios. Serás contradecida, pero tendrás gracias. No temas".

Segunda aparición
​Esta aparición es muy significativa, aquí hay tres momentos, donde entendemos básicamente la imagen de la medalla milagrosa, veamos algo sobre eso:

Primer momento, la Virgen le dijo a Catalina: "Este globo que ves, representa al mundo y a cada uno en particular. Los rayos de luz son el símbolo de las gracias que obtengo para quienes me las piden. Las piedras que no arrojan rayos, son las gracias que dejan de pedirme": el globo desapareció.

Segundo momento, (Anverso de la medalla): Cuando el globo desapareció, las manos de la Santísima Virgen se extendieron resplandecientes de luz hacia la tierra, los haces de luz, no dejaban ver sus pies. Se formó un cuadro ovalado alrededor de la Santísima Virgen y en semicírculo, comenzando a la altura de la mano derecha, pasando sobre la cabeza de la Santísima Virgen y terminando a la altura de la mano izquierda, se leía: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que recurrimos a ti".

Tercer momento, (El reverso de la Medalla): El cuadro se dio vuelta mostrando la letra M, coronada con una cruz apoyada sobre una barra y debajo de la letra M, los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que Catalina distinguió porque uno estaba coronado de espinas y el otro traspasado por una espada. Alrededor del monograma había doce estrellas.

Tercera aparición
También durante la oración de la tarde. Catalina recibió nuevamente la orden dada por la Santísima Virgen de hacer acuñar una medalla, según el modelo que se le había mostrado el 27 de Noviembre, y que se le mostró nuevamente en esta aparición.

Quiso la Santísima Virgen que su vidente tuviera muy claros los simbolismos de su aparición, por eso insistió de una manera especial que el globo que ella tiene en sus manos, representa al mundo entero y cada persona en particular; en que los rayos de luz que arrojan las piedras de sus anillos, son las gracias que Ella consigue para las personas que se las piden, que las piedras que no arrojan rayos, son las gracias que dejan de pedirle; que el Altar es el lugar a donde deben recurrir grandes y chicos, con confianza y sencillez, a desahogar sus penas.

Después de vencer Catalina todos los obstáculos y contradicciones que le había anunciado la Santísima Virgen, en el año 1832, las autoridades eclesiásticas aprobaron la acuñación de la medalla. Una vez acuñada, se difundió rápidamente.

La Medalla
Muchos milagros se obtenían, a través de esta devoción; a través de esta medalla; tantas fueron las gracias que la llamaban de la siguiente manera: la medalla que cura, la medalla que salva, la medalla que obra milagros, hasta que finalmente le quedo la Medalla Milagrosa.

María síguenos visitando, nunca nos dejes de tu mano, acompaños en el caminar para encontrarnos con Tu Hijo. Gracias Madre, porque sabemos que el milagro más grande es tu “Sí” a Dios…

Diác. Víctor Manuel Félix Alvarado