La ley que despenaliza la eutanasia sigue ganando terreno, en mayo de este año se aprobó en Argentina y se sigue extendiendo. Un artículo publicado en el Journal of the American Medical Association nos ofrece el resultado de una investigación en la cual, el 90% de los enfermos que pidieron el suicidio asistido, PAS (Physician Assisted Suicide) cambiaron luego de opinión. Una voluntad que, como demuestra el estudio, es muy volátil, frágil y fácilmente influenciable.
"A la mitad de los pacientes terminales les agrada la idea de poder optar por un suicidio asistido. Esos porcentajes decrecen significativamente con cada paso que da el paciente en esa dirección. Aunque el 10% de los pacientes consideran seriamente el suicidio asistido por el médico, sólo un 1% lo pide en realidad, y de ellos sólo 1 de cada 10 recibe realmente la dosis letal".
La eutanasia no se puede legitimar porque es un homicidio ya que pone en práctica acciones u omisiones cuya intención es causar la muerte. Distinto es ofrecer calmantes, aunque abrevien la vida del enfermo. La muerte no debe ser causada ni retrasada absurdamente, sino aceptada con fe y esperanza. La verdadera piedad no consiste en quitar la vida, sino en cuidarla hasta su fin natural.