David Petraeus, jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), fue descubierto en un affair que le costó el puesto de su brillante carrera y el bochorno del protagonizar otro escándalo de amoríos extra conyugales. Los enredos de faldas, hodiernas guillotinas, no dejan títere con cabeza, son como una especie de tiernos cadalsos, que te matan seduciendo. Y ahora que estábamos olvidando las aventuras de los doce guardias de seguridad de Barack Obama con las prostitutas de Cartagena, le salta la liebr al jefe de los servicios secretos.
Si al jefe de servicios secretos le sacaron los trapos sucios al sol, ¿qué no se puede esperar del infiel marido amateur que deja huellas y evidencias por cuantos hoteles, parques y restaurantes pasa. Del principiante que no sabe mentir a la esposa. Los celulares, los mensajes de texto, las inesperadas citas de trabajo, los negocios de última hora, toda coartada es buena, pero al final no existe el crimen perfecto, no hay nada oculto que no salga a relucir.
El andar de cascos ligeros no reditúa, es mejor la fidelidad matrimonial y la estabilidad del hogar, no por cobardía, sino por amor verdadero.